jueves, 22 de marzo de 2012

Escritores



     Francisco de Quevedo







A celestina



Yace en esta tierra fría, 
Digna de toda crianza, 
La vieja cuya alabanza 
Tantas plumas merecía. 

No quiso en el cielo entrar 
A gozar de las estrellas, 
Por no estar entre doncellas 
Que no pudiese manchar. 










Jose María de Pereda
                                                                  El sabor de la tierruca 
                             (fragmento)
" A todo esto, los plúmbeos nubarrones se Iban desmoronando en el cielo, y extendían su zona tormentosa, cárdena y fulgurante, hasta la misma senda que recorría el sol en su descenso; y cuando un rayo de sol lograba rasgar los apretados celajes y caía sobre los entrelazados grupos de los combatientes, relucía el sudor en los tostados rostros manchados de sangre y medio ocultos bajo las greñas desgajadas de la cabeza; y cual si aquel rayo, calcinante y duro, fuera aguijón que les desgarrara las carnes, embravecíanse más los luchadores allí donde el cansancio parecía rendirlos, y volvía la batalla a comenzar, lenta, tenaz y quejumbrosa. (...)Uníase a estos gritos el vocear del contrario de Nisco negando toda participación en la felonía; chispeaban los ojos de Pablo buscando entre la muchedumbre algo que delatara al delincuente; ordenaba don Pedro lo más acertado para bien del herido; acudían gentes aterradas a su lado, y, mientras esto acontecía y se buscaba a Juanguirle entre los combatientes, las tintas de los celajes iban enfriándose; desleíanse los nubarrones, cual si sobre ellos anduvieran manos gigantescas con esfuminos colosales; una cortina gris, húmeda y deshilachada, como trapo sucio, se corrió sobre los picos más altos del horizonte; brilló debajo de ella la luz sulfúrica del relámpago, y comenzaron a caer lentas, graves y acompasadas gotas de lluvia, que levantaban polvo y sonaban en él como si fueran de plomo derretido. "


Manuel Llano





Si pinchas en este enlace, podrás leer algunas de sus obras:

http://www.rutasporcantabria.com/mitos_y_leyendas.php
  


    



Gerardo Diego




Tu me miras

 Tú me miras, amor, al fin      me miras
de frente, tú me miras y te entregas
y de tus ojos líricos trasiegas
tu inocencia a los míos. No retiras
              
tu onda y onda dulcísima,      mentiras
que yo soñaba y son verdad, no juegas.
Me miras ya sin ver, mirando a ciegas
tu propio amor que en mi mirar respiras.
              
No ves mis ojos, no mi amor      de fuente,
miras para no ver, miras cantando
cantas mirando, oh música del cielo.
              
Oh mi ciega del alma,      incandescente,
mi melodía en que mi ser revelo.
Tú me miras, amor, me estás mirando.


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